Estamos a 2 de Septiembre, hace un par de días se le otorgó a nuestro próximo presidente de México la constancia de su nombramiento... el nombre y el partido al que pertenece, para esta ocasión, es lo de menos.
Las reglas del juego se establecieron, los candidatos participantes las aceptaron y como en cualquier juego o concurso, todo aquel que emitió su voto el pasado 1ero de Julio, debió hacerlo aceptando de antemano respetar el resultado que la autoridad electoral revelara al fin de el proceso, porque salvo muy pocas excepciones se trató de una jornada democrática, conformada de mexicanos comprometidos con el futuro de su país, de voluntarios y observadores, así como de instituciones ciudadanas.
¿Qué sucede en mi México? ¿Porqué hay tanta inconformidad ante una elección con resultados claros y aceptados por la mayoría? ¿Qué pasa por la mente de todos aquellos que expresan no aceptarán al ciudadano electo Presidente como tal?
No me propongo darles mis respuestas, sólo quiero compartirles a grandes razgos, lo que en base a mi experiencia, poca por cierto, sé.
Nací en 1973. Durante los primeros años de vida viví en un país gobernado por presidentes que llevaron al país a grandes devaluaciones, tasas de hasta el 150% de inflación, burocracia, corrupción, excesos, ¡En 1976 "compitió y gano" la presidencia un único candidato!, levantamientos armados indígenas y por parte de las comunidades más oprimidas del país, etc., pero también hubo tiempos mejores, con tratados comerciales con otros países que nos obligan a ser más competitivos, la creación de instituciones ciudadanas en pro de la democracia, la alternancia, la creación de consejos para la protección de los sectores vulnerables de la sociedad, mayor cobertura en salud y educación, detonación de sectores productivos, y sobre todo una apertura que no debemos perder respecto a la libertad de expresión y en la defensa de los derechos ciudadanos.
En este año del 2012 cada vez más, la sociedad tiene el gran poder de influir en el camino que tome nuestro país, en base a una crítica observación de las acciones de nuestros gobernantes. Participar, denunciar, exigir nos corresponde a todos, un sólo hombre sentado en la Silla Presidencial no hace pueblo, no hace nación, pero si es importante que como mexicanos caminemos todos hacia el mismo destino, sólo así.